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El aprendizaje desde la corporalidad

 El arte de aprender filosofía, es el arte mismo de la vida, aquella anotación de Foucault acerca de hacernos y devenir nosotros mismos una obra de arte constituye una manera tal vez de expresar uno de los sentidos profundos del filósofo, hacerse a sí mismo. La filosofía como cualquier otra expresión del ser humano esta hecha de experiencias vitales que albergan pasiones y deseos profundos de comprensión, así como enormes pretensiones de explicación y entendimiento de nuestra condición humana. Podríamos decir que en esa mezcla de pasión y de búsqueda de entendimiento en el surgir y en la instalación de la pregunta que caracteriza el acto mismo de la filosofía nos vivimos en ocasiones repitiendo teorías dominantes, criterios de razón por encima de otros criterios o de certezas por encima de las en su momento exitosas verdades metafísicas, así mismo transitamos por la nausea y la condena misma de la libertad, o por una dialéctica que talvez niega la embriaguez individual, o un nihilismo cuya condición inevitable sostiene el sinsentido de cualquier parámetro ontológico, es decir desde aquella aproximación de Pico acerca de la dignidad del hombre, esta posibilidad humana que se encuentra entre la bestia y el ángel, o el sostenimiento de un alma inmortal y una materialidad que se corrompe ante la fuerza devastadora de las pasiones humanas, desde el dictamen pues de quién es y quién no es filósofo o como aquella mujer considerada entonces ahora viril cuando se atreve adentrarse a ese conocimiento que desde la razón privilegia el sexo masculino, menos emocional que el femenino y más propenso entonces a descifrar y comprender los principios y las causas de la realidad; desde estas diversas interpretaciones de la filosofía también se despliega entonces la enseñanza misma de la filosofía, de su historia y de su devenir.

     Cuando propongo dentro de un seminario de filosofía técnicas de trabajo desde la atención al cuerpo, a través de su movimiento, me estoy proponiendo acceder a la reflexividad y la crítica desde un lugar interno en el que ponga en riesgo mi propia existencia corporal y en ese sentido la conciencia de la vida, la contradicción, el sexo, las heridas, en pocas palabras el mundo afectivo, supongo entonces que en ese estado puedo contemplar quién dialoga y con quién dialogo cuando me aproximo a una filosofía; la mirada entonces, que me explica la naturaleza de las cosas, el sentido, los problemas del conocimiento, el movimiento del espíritu, de la conciencia, o cualquier otra condición donde se afirma que lo real es lo no real, o el cuerpo es una máquina que controla mi mente o que soy un artificio de la naturaleza, o que es el inconsciente la causa de lo que acontece en mi experiencia, es una mirada que se confronta con la mía, el Eros y el tanatos de ese Otro que soy yo mismo, ese otro que es también mi cuerpo.

     La pregunta es por qué y para qué generar un estado de atención desde la conciencia del cuerpo dentro de un seminario de enseñanza filosófica, qué implica o qué puede implicar dejarnos reflexionar desde el contacto con la propia corporalidad y la de los otros, y cómo afecta esto mi necesidad de aprendizaje o el anhelo de comprensión y diálogo, estás preguntas son aproximaciones a la posibilidad de cuestionar y proponer técnicas de trabajo o metodologías de trabajo, que generen lo que yo llamaría condiciones para el aprendizaje, y cómo dichas condiciones pueden repercutir o transformar en términos de la enseñanza de la filosofía, ámbitos y encuentros diferentes con su contenido y su actualidad.

     La necesidad de superar el dualismo mente-cuerpo como forma de comprensión de la realidad o de la naturaleza humana es considerado por las tendencias filosóficas y psicológicas de las últimas décadas un tema fundamental, donde el problema de la escisión mente-cuerpo que ha recorrido con sus diversos matices el pensamiento filosófico de Occidente, constituye no solamente un obstáculo epistemológico en sí mismo sino un problema de entendimiento de nuestra vivencia, y de nuestra existencia en el mundo.[…]

Por Mariela Oliva Ríos

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